30 noviembre, 2011

Feisbuk.

Y no me refiero precisamente al invento del siglo que derivó, multiplicó y expadió eso que ahora tanto usamos y denominamos cultamente "redes sociales".
Hablemos de las maravillosas, comunes, freaks en toda regla, irreverentes, irrisorias a veces irritantes y no por ello menos creativas páginas de feisbuk, más conocido como Facebook.

He de asegurar que mi vida cambió el día que descubrí el milagro de poder hacer click en el famoso "Me gusta" y añadir a una larga lista -inservible a efectos prácticos- de frases comunes y/o absurdas. Hubo un tiempo que el encontrar nuevas páginas se transformó en una especie de obsesión frenética. No pensaba, no dormía, no comía. Creo que hasta que el sexo dejó de tener sentido para mí, por increíble que pueda sonar. Hasta que no daba con alguna del tipo Spoilearle a los curas que leen la Biblia que al final Jesús muere, mi paz interior no alcanzaba un nivel que permitiera continuar con una vida normal y corriente.
Ya podía estallar la Tercera Guerra Mundial, mi perro aprender a bailar claqué o las patatas fritas de bolsa traer realmente los 250 gramos que tanto prometen; mi dedo seguía haciendo click, click, click, click en la desquiciante búsqueda de nuevas adquisiciones.

Pero un día, sin avisar, la red de Internet falleció. Y como llovía demasiado como para salir en expedición en busca de alguna otra, dejé mi obsesión y me busqué otra.
De ella solo quedan los restos -creativos a la par que, en algunos casos, verídicos y comunes- de algunas de las páginas, guardadas en caché:
-Que no digo que seas feo, no malinterpretemos. Eres un orco resultón.
-Ir a estudiar a la biblioteca porque allí no hay nevera.
-Sentir miedo cuando te dejan solo en la cola con el carro y sin dinero.
-Sentarse en el váter con la segunda tapa abierta y sentir que caes al vacío.
-Demostrar tu amor por alguien cediéndole la última croqueta.
-Odio que la canción se equivoque cuando la estoy cantando.
-Más tenso que un daltónico desactivando una bomba.
-Matar a alguien y no saber en que cubo meterlo.

-Y 12.384 páginas más.

Tres hurras porque la creatividad, siempre y cuando nos ayude a sonreír, aunque sea un poquito más.

1 comentario:

  1. Pffffff páginas de esas hay miles y miles y todas rajantes. Hubo una época en la que me desorinaba leyendo, recuerdo algunas como: "estar más tenso que epi y blas en una cama de velcro" o "más tenso que una choni sin h en el teclado", "me encanta que la gente me siga cuando cruzo un semáforo en rojo" y "La mentira más grande: He leído y acepto los Términos y Condiciones de uso."

    Un placer leerte de nuevo, señorita :)

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